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Monedas únicas y secretos del pasado.


José Antonio Castellanos nos presenta su primera novela: El secreto del Vita, obra que combina en su alquitara elementos de aventura, misterio, historia y romance; no parece pues, mal destilado para el lector, quien podrá degustar este libro con mayor deleite arrellanado en un butacón orejero, si lo tiene. Conviene apuntar que José Antonio es autor de una enciclopedia sobre numismática, cuya sola monumentalidad resulta prueba patente de un trabajo metódico y minucioso que no está al alcance de cualquiera y que se aplica también a la obra que nos compete. En efecto, no queriendo abandonar el hilo de las viejas monedas, su pasión, ha dado el salto desde el faenar erudito al ámbito de la creación literaria; un salto más grande del que muchos creen, pues aquí la prosa ya no es técnica, sino artística, no es analítica, sino que nos trasdosa: no solo queremos conocer, también queremos soñar, pues la literatura es el arte de viajar a lugares, tiempos y situaciones que nos quedan a desmano y que el autor recrea cual si fuera un arúspice; mundos que nos persuaden, que nos seducen, que actúan como contrapunto saludable al constrictor mecanismo cotidiano.

Hay en la novela de José Antonio elementos de la historia reciente, como ese barco, el Vita, que pone nombre a la obra; un barco cargado con tesoros fruto del expolio cuyo destino no se conoce del todo y que los protagonistas de la novela intentarán aclarar; mientras ellos mismos, en un movimiento paralelo de las almas, aclaran su situación personal  andan ambos con el rumbo a la virulé y atan los cabos sueltos de la memoria, sin la cual la vida no es más gruesa que una chapa de aluminio y la identidad un reflejo aberrante que ondula sobre un charco.

Hugo y Arabela, los personajes centrales de la obra ―con la ayuda de Juan, un cocinero de extraordinaria estatura y no menos extraordinaria perspicacia― han de desvelar un misterio del pasado para poner luz y cimientos a la vida del presente, pues para esto ha de servir indagar en el pasado: para hacer más fuerte la vida, no para huir de ella. Y la clave de esta búsqueda son unas monedas ciertamente singulares que llegan a las manos de los protagonistas mediando el azar o la voluntad de los dioses, quién lo sabe. La cosa es que estas monedas constituyen el hilo de Ariadna en esta trama que conecta el pasado con el presente y que nos muestra esa necesidad que tiene el hombre de conocer la verdad o, al menos, de navegar en un mar donde se encuentren algunas certezas que hagan de asidero y que den forma y sentido a la vorágine. Quien busca algo, se busca también a sí mismo.

Cerca de quinientas páginas tiene El secreto del Vita, en las que se alternan capítulos ubicados en diferentes lugares y arcos temporales, capítulos que fluyen como agua de lluvia por canaleta, fácil y rumorosa, como tiene que ser. Es esta una novela indispensable para quienes gusten de la numismática o tengan interés en conocer algunos rudimentos de la misma, para quienes sientan curiosidad por esas monedas que son en sí mismas una puerta, y no pequeña, hacia las estancias del pasado, esas monedas que nos cuentan más cosas de lo que a menudo sospechamos. Y una novela, también, para cualquiera que guste de las buenas historias, con diversidad de ingredientes en el plato y vertida en una prosa dúctil que funciona como el mejor troquel: estampillando el metal con motivos gratos, variados y prístinos. Damos pues la enhorabuena al autor y animamos a los lectores a que cojan en sus manos esa moneda, brillante como un pan eucarístico, y vean a dónde puede llevarlos. Seguro que lejos, seguro que a buen puerto. No hay secreto que dure eternamente.


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